jueves, 29 de octubre de 2009

La muerte de Gregorio II

…Una sola mirada al rostro congestionado de Gregorio bastó a Fran para darse cuenta de que algo no marchaba bien. Un escalofrío recorrió impunemente su piel, mientras se aproximaba a paso acelerado hacia el banco donde se encontraba el anciano. Gregorio, que sostenía la nota en sus temblorosas manos, fijó su mirada desesperada en la cara de Bruno, el perro. Fran se dio cuenta de que Lucía no estaba por los alrededores y empezó a atar cabos gracias a su desarrollada intuición.

Repentinamente, Gregorio se levantó del banco bruscamente y agarró a Fran por la solapa de la chaqueta.

-¡El perro! ¡el perro!...¡Fran, por favor!...¡el perro!...

­­-Tranquilízate Gregorio y dime, ¿Qué es lo que ha pasado?¿Dónde está Lucía?-insistió Fran.

-¡Ya no está!...¡se la han llevado!...-contestó Gregorio entre sollozos.

Fran agarró la nota que yacía en el suelo y que había visto antes en las manos de Gregorio. Mientras leía esta, una sombra de duda apareció en su rostro. Al acabar de leerla fijó su mirada en Bruno. Este, al saberse observado, miró a los rostros desafiantes de Fran y Gregorio y, frunció el entrecejo; sí, ya se que los perros no hacen esto, pero no hemos dicho nada de que Bruno no sea un perro especial…

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